LA HORA MÁS OSCURA
Un estruendo inunda la habitación, son las 4 de la mañana y el apremiante timbre de nuestros despertadores no hace más que recordarnos que es la hora de despertarse y tomar nuestros enseres antes de salir a toda prisa de la vivienda.
- ¿Lo llevamos todo?-Pregunto sabiendo que cualquier descuido puede retrasar la partida.
- Si, está todo controlado.- Me responde.
Un coche nos espera en la puerta solo acompañado del incómodo silencio de la noche, vacía, inquietante, a la par que estimulante. El chófer amablemente recoge nuestras pertenencias y nos dirigimos, por fin a nuestro destino.
Son las 4:30 de la mañana la carretera que rodea Barcelona se encuentra completamente desolada, somos el único coche que transita aquel circuito iluminado por enormes farolas y cubierto por algunos puentes. Se observa tan bonita la urbe magníficamente decorada con sus luces...
Y llegamos a nuestro destino, la Terminal T4 se muestra ante nosotros imponente, viva, independientemente de la hora que sea siempre hay gente esperando. Ha sido un acierto tomar el vuelo de las 5:30 de la madrugada. Ya montados en el avión podemos ver el amanecer en el horizonte.
Este es un extracto de una vivencia que quería compartir.
Como en cualquier inicio de cualquier actividad en la vida, es un viaje que merecer hacer, a pesar de saber como empieza y no como termina.
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